El tratamiento que se aplicó se hizo conjuntamente por Nieves Luisa Cabrera Castro y Domingo José Cabrera Benítez, siguiendo los criterios conservativos acordes a lo dictado por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), respetando en todo momento su concepción inicial al tiempo que se respetaba su historia material.
Se trata de una escultura flamenca del siglo XVI, perteneciente a La Parroquia Matriz de El Salvador, en Santa Cruz de La Palma, cuyos brazos presentaban una importante separación de los ensambles a la altura de los hombros, debido a la oscilación de la escultura en la Cruz, yal efecto de la humedad constante que recibe en el lugar donde se alberga la obra.
También tenía peligro de desprendimiento de policromado y grandes capas de suciedad acumulada y repintes que desvirtuada la correcta lectura de la obra.
La sujeción al madero se realiza mediante el empleo de un cáncamo y una arandela común, además de los habituales clavos en ambos pies y manos, siendo un total de tres.
Se procedió a la consolidación de las grietas que se encontraban visibles en la talla, evitando así la absorción de humedad ambiental, y la penetración por las mismas de polvo y suciedad acumulada, y los ensambles separados se consolidaron y volvieron a unir, reforzando los mismos, aunque permitiendo una posible separación natural, puesto que la propia morfología de la escultura así lo demanda.
En cuanto a la película pictórica se refiere, se procedió a la fijación del estrato original, ya que se hallaba con graves peligros de desprendimiento y pérdida importante del mismo en la práctica totalidad de la pieza.
Posteriormente se llevó a cabo una limpieza de la policromía y la eliminación de repintes.
Es importante hacer constar que la película pictórica que contemplamos actualmente no es la original, pero sin embargo, se trata de una aportación de bastante calidad en el siglo XVIII, donde se encuentra documentada una repolicromía por parte del escultor local Marcelo Gómez Carmona. Por otro lado los elementos pictóricos originales eran bastante escasos, y no justificaba en ninguna medida la retirada de la actual. Ante esas premisas se optó por el criterio de respetar la que ha llegado hasta nuestros días.
Una vez efectuada la mencionada limpieza, se hizo la reintegración del color.
Se revisó y actuó en la estabilidad de la obra con respecto a la cruz y a la totalidad del conjunto, y el retablo se acondicionó para recibir la pieza, minimizando a su vez los daños producidos a la hora de colocarla.
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