Las grises esculturas de piedra inmóvil también tienen su pequeño corazón esperando que alguien pase a su lado aireando sentimientos. A veces ignoran nuestros pensamientos, pero otras veces se giran para vernos pasar.
Proyectos de estreno, ilusiones a medio pintar y afectos por restaurar. Todo cabe en esos paseos de atardeceres insensatos que se atreven a calentarnos el alma con sus insolentes gamas de anaranjados matices. Y si… es cierto que muchas veces has venido conmigo, porque te he llevado en el bolsillo de mis días, pero hoy necesitaba encontrarme y partí sólo por las calles vacías.
El cuaderno de viaje en mano, y un matiz de tinta china sobre el papel son más que suficientes para poder desahogar mi interior en esta tarde de Enero, y es que dicen que cuando se camina sin rumbo fijo, las aceras se vuelven senderos de losetas amarillas, los escaparates reflejan tus anhelos más lejanos, y las figuras cobran vida ofreciendo rosas a tu paso
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